06 junio 2010

DANI Y SU COCHE

Puede parecer una estupidez pero tu coche tiene algo especial.
Recuerdo que, cuando me dijiste que no te importaba acercarme a casa cuando saliésemos de clase, me dio vergüenza. No me parecía que tuviésemos confianza como para que me llevases cinco minutos en el asiento del copiloto de tu otro coche (porque a principios de curso todavía tenías tu otro coche). Un día fui contigo y no hablamos de nada. Sölo pusiste The Beatles y fuimos escuchando sus canciones. Yo te comenté que me gustaban, tú me dijiste que era tu grupo favorito y poco más. Después de eso, seguimos nuestra rutina de los cinco minutos escuchando música, incluso con el aparato fastidiado poníamos tu móvil. Alguna que otra noche, después de unos cuantos cisnes y trinchitos, también me acercabas a mi casa. Incluso recuerdo que, al poco de conocernos, fuimos en el coche hasta mi barrio para aparcarlo allí, coger el metro e irnos a la tetería. Cuando apenas me conocías, accediste a venirte con Aitor y con Cris a fumarte una shisha.
Supongamos que el roce hace el cariño. Y entonces llegaron los cinco minutos en el coche en el que ya nos atreviamos a contarnos nuestras preocupaciones (unas cuantas a lo largo del año), haciamos estupideces variadas, intentábamos abrir la guantera rota y atascada (sin éxito, hay que reconocerlo) y seguíamos escuchando música.
En tu coche nos fuimos hasta Benicassim y tuvimos un viaje inolvidable. Fuimos capaces de encontrarlo en medio de Valencia después de las fallas, escuchamos al máximo volumen nuestro "Welcome to the Jungle" mientras los de atrás casi dormían, tuvimos a Álvaro tocando todos los botones y siendo incapaz de dejar una canción durante más de un minuto, vimos la fábrica maldita, nos comimos un paquete entero de pan de molde lleno de bocadillos de Bocadelia (incluso sobraron algunos que nunca supe qué fue de ellos),...
Tú y tu coche todos los días en la facultad, las noches en Plaza Castilla, en Benicassim, en El Escorial,... y lo que nos queda.
Y, hace poco, diez minutos con Ana y contigo de vuelta a casa escuchando música de nuevo me han hecho darme cuenta de lo que echaba de menos esos momentos tan nuestros. Me gusta ir contigo en el coche, aunque sean cinco minutos, hablando, haciendo el imbécil, escuchando música, en silencio...
Hay veces que no nos damos cuenta de que echamos algo de menos hasta que lo recuperamos. Echaba de menos ir contigo en el coche.
Efectivamente, es una estupidez decir que tu coche tiene algo especial.
Quien hace que el coche sea especial, eres tú.
Porque tú eres especial.
Dani, gracias por un año acercándome a casa. A veces, basta con esos cinco minutos para que salga del coche con una sonrisa.

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