[Fragmento del cuento "El árbol de la cruz"]
Un tiempo de Pascua que me ha servido para darle una vuelta de tuerca a todo lo que hago en el día a dia. Y descubrir que soy muy feliz. Y que si soy feliz, es gracias a todas las personas que me rodean, que tienen pequeños detalles conmigo consiguiendo grandes emociones.
Analizando cruces, sintiendo el peso de las piedras, siendo consciente del silencio... y, con todo eso y una sonrisa, sacar fuerza para salir adelante. Para continuar arrancando sonrisas por el mundo.
Los continuos abrazos de mi Clon (incluso medio dormida y soltando incoherencias), la cercanía de Saúl, volver a sentir cerca a Iria, estrechar lazos con María,...
Y, además, conocer a gente que me ha dejado una marca en el corazón y, espero, continúe ahondando esa marca.
Óscar y nuestro mutuo amor por la música, sorprendernos con muchas coincidencias, quedarnos con las ganas de seguir hablando, seguir conociéndonos. "La gente como tú hace del mundo un lugar mejor. No pierdas tu magia".
Marta y la locura. No parar de reírnos durante la noche y montar nuestra propia fiesta alternativa. Esos cigarros acompañados que ayudan a conocerse poco a poco.
Y Rober. Al que apenas conozco, pero con el que podía entenderme muchas veces, simplemente, con la mirada.
Es un placer descubrir que no soy el único loco en el mundo que busca la felicidad de los que le rodean para conseguir la suya.
Porque, allá donde vayas, siempre habrá muchas rosas esperando en el camino, para conseguir que una sonrisa se dibuje en tu rostro y sea más cómodo arrastrar las cruces que llevas a cuestas.
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