20 febrero 2012

CJ

Hay gente que no lo entiende. Gente que nunca entenderá porqué estoy en el centro juvenil.
Tengo una razón muy sencilla: yo tampoco lo sé. Tengo mis razones pero siento que va mucho más allá.
No puedo explicarlo porque me queda grande.
Los chavales que me rodean y tengo la enorme suerte de poder verlos crecer. Un equipo de monitores entre los que puedo contar algunos amigos y tengo la enorme suerte de sentirme valorado y querido por algunos de ellos. Un lugar con unas oportunidades de ocio que muchos lugares que quisieran y tengo la enorme suerte de poder organizar algunas de ellas.
No son gente. Son personas. Cada una con sus características, sus problemas, sus aficiones, sus virtudes, sus defectos... sus vidas. Con otras personas: mayores, menores, más altas, más rubias,...también con sus vidas. Teniendo la enorme suerte de poder compartirlas. Y, juntos, sonreir, disfrutar, sentir, llorar, pensar, compartir, convivir, jugar, rezar, escuchar, correr, viajar, bailar, hablar,...
Por supuesto que hay problemas, días que no me apetece, gente que no llego a comprender, actividades que no me llegan a convencer,... pero, después de todo, merece la pena.
Tengo la enorme suerte de formar parte de algo que se llama Centro Juvenil La Balsa.



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