01 octubre 2009

LA PIEDAD DE MAQUIAVELO

Cada vez estoy más seguro de que no me he equivocado de carrera. La psicología es un mundo en el que quiero adentrarme sin miedo a lo que me voy a encontrar. Ayer, clase de Historia con “House”. Iba sin ganas hacia el Aula 9. Nos dice que vamos a hablar del famoso mito de la caverna. Platón. Las ganas se me quitaban cada vez más. Decido desconectar. Miro hacia delante y veo a Alba riéndose con Óscar. Alba es una de las personas que me ha sorprendido. Veremos que depara el futuro. Echo una ojeada hacia atrás y me encuentro con la mirada de Rocío. Me dedica una sonrisa y pienso que tiene una de las sonrisas más bonitas y sinceras que he visto. Vuelvo a girar la cabeza y miro hacia mi izquierda. Ahí está Dani, un chico que merece la pena conocer aunque cueste llegar a él. También sonríe y siento que “éste puede ser el principio de una gran amistad”. Presto un momento de atención a la clase por cotillear de qué están hablando. ¡Y me sorprendo cuando veo que hablan de la mentira!
Sigo el debate sin participar pero atendiendo a las distintas perspectivas. Cuando cambian de tema, yo sigo en mi cabeza con el mismo.
Veo una clara división entre dos tipos de mentiras: una, llamémosla maquiavélica, y la mentira piadosa. Y es una diferencia muy fácil de entender en teoría pero difícil de diferenciar en la práctica.
Las mentiras maquiavélicas son aquellas que se dicen en beneficio del que miente.
Las mentiras piadosas son aquellas que se dicen en beneficio de quien es mentido.
Incluso así, ¿pueden considerarse como “buenas” alguna de las dos?
No nos vamos a meter en el tema de qué es bueno y qué no lo es. Cada uno tendrá su modo de ver la “bondad”.
Me dedico a analizar la mentira durante el resto de la clase, con algún que otro retorno a la realidad, pero sin mucha importancia.
Llego a varias conclusiones tras estar casi dos horas reflexionando.
La primera, que más o menos la tenía clara antes de comenzar la reflexión, es que ocultar algo no es mentir. Para mí, ocultar algo es tener intimidad. Y cada uno decidirá cuál es el grado de intimidad que quiere tener. Podemos considerarlo “malo” si lo que ocultamos es algo que afecta directamente a quien se lo ocultamos pero, aun así, seguimos siendo nosotros los que tenemos esa información y quienes decidimos el mejor momento para compartirla.
Nadie puede, y mucho menos debe, obligarte a contar algo que tú no quieres compartir. Tú eres el dueño de tu vida y hay cosas que necesitan una digestión, un tiempo para ser analizadas o, simplemente, a la persona adecuada para contársela. Podemos encontrar ayuda en los lugares más inesperados pero seremos nosotros los que decidamos qué hacer con esa ayuda.
La segunda conclusión, que ni siquiera yo tengo clara, es que, para mentir, hace falta ser inteligente. Comúnmente se dice que una mentira lleva a otra. Y controlar un castillo de mentiras sin que se derrumbe es complicado. Yo salí de mi castillo de mentiras hace poco tiempo y se derrumbó a mis espaldas con mucha gente dentro. Creo que es una buena decisión ser franco con la gente; con tacto y sabiendo decir las cosas, pero franco y sincero. Pero esa edificación es la más difícil a la que me he enfrentado ya que los planos los vas haciendo día a día y no sabes a dónde te va a llevar ese montón de ladrillos. Y, por esa misma razón, normalmente suele caerse. Y, si no, alguien se ocupará de tirar tu castillo.
De esta conclusión, sale otra, aunque quizá menos general y por ello más particular. Si construyes un castillo de mentiras, es para meterte dentro y protegerte de las verdades que te rodean. Porque no te gusten. Porque te den miedo. Porque prefieras ignorar la verdad. Porque te hagan ignorarla. Porque quieras esconderlas. Por lo que sea. Toda razón es válida para crear una mentira. Es la manera más valiente de reconocer que somos unos cobardes ya que la única manera de destruirlas es enfrentarse a ellas. Y enfrentándose a todo aquello que han creado a su alrededor, que no será poco. Yo “he tenido la suerte” de poder vivir las dos situaciones. Sin duda alguna, se vive mejor fuera del castillo. Aunque haya un momento en el que te quedes solo, merecerá la pena. En mi caso, la ha merecido.
La cuarta y última conclusión, y que tampoco tengo clara, es que, detrás de toda mentira, ya sea maquiavélica o piadosa, hay un grado de egoísmo. Mayor o menor, pero las mentiras suelen ser egoístas. Aunque sólo sea porque pienses que no eres tú quien debe decírselo, ya es un egoísmo. Creo que en la mentira maquiavélica no necesita explicación. Tal vez sí un poco más en las mentiras piadosas. Aunque en estas, la razón del egoísmo suele ser el miedo. Miedo a perder a esa persona amada. Miedo a quedarse solo. Miedo al qué dirán. Incluso vamos más allá y tenemos miedo hasta del qué pensarán.
Nunca podremos tener a todos los que nos rodean contentos con nuestra manera de pensar y de actuar. Porque somos diferentes y vemos el mundo de formas distintas. Por tanto, también tendremos distintos consejos a la hora de mentir o no hacerlo. Siempre habrá quien sea más empático y comprenda la situación en la que se estaba, y luego estará quien te abandonará al destapar la mentira porque “mentirme es lo peor que podías hacerme”.
Convivimos con la mentira. Es una realidad. Vivimos con la mentira a nuestro alrededor. Incluso nos mienten hasta en los ingredientes que tienen algunos alimentos (que nos importará menos pero no dejan de ser mentiras; maquiavélicas, por cierto, que son “peores”)
Debemos aprender a lidiar con la mentira y saber llevarla.
Pero si los filósofos se contradicen y no llegan a ninguna conclusión respecto a esto, no voy a ser yo quien lo consiga.
Digamos que, a mí, no me importa (debería entrecomillarlo) que me mientan ya que puedo comprender situaciones, casos,… Es lógico tener miedo de lo que sea.
Creo que es mucho más importante ser consecuente con lo que se hace, sea lo que sea. Y sé de quien no está de acuerdo. Pero es mi forma de pensar, y eso no lo voy a cambiar a no ser que me demuestren que estoy equivocado.

1 comentario:

  1. que sepas que aunque este ultimamente desaparecida y parece que pase de todo,desde el primer dia que me enseñaste que tenias blog,no he dejado de leerlo ni un dia...

    tengo ganas de tener esa larga conversacion contigo...

    te quiero primi

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