23 octubre 2009

EL AGUJERO NEGRO EN EL CENTRO DE LA ESPIRAL


Luego me quejo de que la gente me agobia pero, siendo realista, me agobio yo solo. El jueves es un día de la semana en el que me pongo especialmente nervioso. Porque llega el fin de semana y quiero organizarme de forma que pueda ver a todo quien me lo haya pedido.
Este es un fin de semana como otro cualquiera. El viernes, cuando a las 15:00 salga de clase y coma en la facultad, iré a casa de mi abuela (una media hora de camino), dejaré allí la mochila, iré a Moncloa a buscar a Aitor que llegará a eso de las 17:30 para estar en Atocha a las 18:00 y poder ensayar en Teatrosa; saldré a las 21:00 (si somos puntuales…)y, a las 22:00, tengo que estar en Callao con Dani, Luz, Miguel, Paula, Patri, Sonia,… Según cuando tenga que irse Dani a San Agustín (o sea, a eso de las 7:00 que sale su autobús), volveré a casa de mi abuela donde intentaré dormir algo (¿quién necesita dormir?) para levantarme, ducharme y estar a las 12:15 en la Pampa para ir con Vanesa a comprar el regalo de Cristina. Después, a la 13:30, tengo que estar en Francos para buscar a Marta y que nos vayamos a comer por Gran Vía pero tengo que estar a las 17:00 en Estrecho para ir a la reunión. Después, ayudaremos allí hasta eso de las 21:00, porque tendremos que ir a Plaza de España donde estaremos Cris, Aitor, Vane, Tristán, Paola,… para ir a la tetería y celebrar el cumple de Cris (o hacer un amago de ello) Espero llegar a Alcobendas a eso de las 2:00 donde mi madre me espera para despertarme a las 8:00 para cuidar a mi hermana y hacer algo de limpieza. Comeré e iré a casa de mi tía para que me dé un masaje (cosa que llevo prolongando en el tiempo desde hace casi un mes) y, a partir de las 18:00, tendré algo de tiempo para mí. Y eso, si no me ha surgido ningún plan para entonces porque todavía faltan unos días para el domingo. Ya me han dicho de ir al Retiro pero…me apetece pero estaré sin fuerzas.
El lunes, de nuevo, la rutina semanal con clases, estudio, piscina,…Y volverá el jueves y volveré a querer tener todo estructurado con mi tiempo calculado al milímetro. Y es algo que no me gusta porque me impide una de las cosas que más me gusta de mí que es mi impulsividad, el decir: “vamos a hacer tal” y hacerlo, sin plan por adelantado, que surjan las cosas.
Y, incluso así, siento que me falta gente a la que tengo que ver, gente que incluso sé que no me quiere ver. Me falta poder hacer algo que quiera. Excepto comer con Marta, el resto son planes que hago por “obligación”; me decanto por lo que debo y no por lo que quiero hacer. Y quiero cortar con eso. Pero me cuesta. Porque estoy acostumbrado a llevar este tipo de vida y planteármela de otra manera, me hace replantearme si quiero cambiarla realmente. Y, al final, me agobiaré y mandaré todo a la mierda, que es algo que se me da de puta madre. Cada vez conozco a más gente nueva. Cada tengo menos ganas de conocer a más gente. Cada vez tengo más ganas de llamar a Helen y decirle: “Quiero verte. Quiero recuperarte. Sé que no lo merezco. Sé que nunca estaré a tu altura porque me pusiste en un pedestal y ahora se ha roto. Sé que te avisé pero nunca pensé que fuera hacerlo. Y lo he hecho. He roto por donde no debía. Y sé que no te gusta que ponga las cosas en el blog pero no me atrevo a otra cosa. Y quizá me llames, y entonces yo no te lo coja; porque no pueda o porque no quiera, pero ninguna de las dos es excusa.”
Me estoy hartando de saltar de oca en oca y no mantener a nadie en mi vida. Me estoy hartando de ser como un niño pequeño al que le regalan un juguete nuevo y, como tiene más botones y es menos conocido, abandona el resto para dedicarle su tiempo a ese juguete. Pero, aunque esté harto, aunque no encuentre la solución, yo soy el único que puedo salir de la espiral en la que estoy. Porque si no lo hago, llegaré al centro y explotaré; y crearé una nueva espiral. Pero no me atrevo. No me atrevo a romper con esta vida que me he creado. Con esto que ya pienso que forma parte de mí. No puedo romper con los huecos de mi agenda, decorada con cuadros de Dalí, pero con el mismo contenido de mierda. Tiempo dividido para gente que no sé si quiero dedicárselo, ni si se lo merece. La segunda no me importa, el problema está en la primera.
Pero no soy así, y me cuesta cambiarlo. Claro que me cuesta. Quiero cambiarlo desde hace tiempo pero el agujero negro del centro de la espiral cada vez me absorbe más y cada vez me acerco más a ese centro al que no quiero llegar. Debo luchar contra mí. Pero me da miedo.
Y no sé si tendré a alguien cuando esto termine, o más bien, cuando empiece.
Y no sé si aguantarán cuando decida empezar.
Y no sé si querré que sigan ahí.
Y no sé ni cómo empezar.
Ni siquiera sé si debo empezar.
Necesito tiempo pero sin dejar de hacer nada de lo que hago. Llegué hace poco a la conclusión de que eso no es posible.
En ese caso, ¿qué he de hacer?

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