23 octubre 2009

EL ÚNICO SIEMPRE SEGURO


Cada día te recuerdo más. Cada día siento que te necesito más. Quiero oír tu voz. Quiero que me des un consejo. Quiero verte. I know that you have your eye on the sky, looking at me, you can read my mind. Sé que lo que quiero no es posible. Sé que no podré verte más. Sé que ahora estás en otro lugar, quien sabe dónde nos lleva la muerte. Pero sé que todo sería más fácil si estuvieses aquí. Han pasado cinco años desde aquel 1 de septiembre y te sigo recordando, te sigo llorando, te sigo queriendo. Sigo esperando que, algún día, entre en tu habitación y te encuentre dormido y yo me pueda tirar encima de ti para despertarte, como hacía cuando era pequeño. O que me levantes y me lleves en volandas hasta el asiento del conductor de tu camión. Tu maldito camión. Sigo esperando ir al pueblo y que nos vayamos a la Peña del Cuervo a escalar, donde todavía se conservan algunos mosquetones y, donde actualmente, en la pequeña cueva que hay casi en la cima, hay una foto tuya pegada con silicona y con las firmas de los que nos atrevimos a subir hasta allí como tú solías hacerlo.

Pocas personas que me conocen saben de ti. Porque eres el secreto mejor guardado que tengo. Porque poca gente merece saber algo de ti, digamos “conocerte”. Porque yo tampoco merecería haberte conocido y pude hacerlo.

Marcos, me siento solo, me siento perdido. Y sé que tú me harías sentirme protegido, acompañado, querido. Sé que tú me darías un abrazo, de esos en los que me apretabas y movías la cabeza como un loco, de esos en los que yo reía, en los que tú rugías como el tigre que estaba dibujado en el capó de tu coche.

Pero ya no habrá más abrazos de esos. Ni de esos, ni de ningún tipo. Porque ya no estás. Y yo debería ir haciéndome a la idea. Sigues formando parte de mi vida, de forma muy presente de hecho.

Y es el único “siempre” del que puedo estar seguro.

Estoy completamente seguro de que tú estarás siempre conmigo.

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