Hoy es uno de esos días cada vez más comunes en los que me quedo solo en casa hasta que llega la noche. Y son días que me encantan y odio al mismo tiempo.
Son días estupendos porque puedo hacer todo aquello que siempre pienso que quiero hacer pero nunca encuentro el momento: ver películas (hoy, por ejemplo, Crash), cantar canciones (por ejemplo, "Incense and Peppermints" de Strawberry Alarm Clock), estudiar (hoy, la corteza cerebral al completo), seguir leyendo algún libro (como "El Gran Gatsby" de F. Scott Fitzgerald), ordenar mi habitación,...
Pero, aunque hoy no sea el día, también me gusta estar con la gente que me rodea.
Lo que más me llena de los días que estoy solo es hablar por el tuenti o por el messenger con Miguel, Roo, Alma, Patricia, Lucia, Dani, Pedro, Adri... llamar por teléfono a Aitor, a Marta o a Alba... recibir mensajes de Paula, Chandra, Irene,...
Me encanta hablar con vosotros, que busquéis un rato para que podamos vernos (aunque ninguno quiera venir nunca hasta Alcobendas...), que sonría al recibir vuestros mensajes o que, simplemente, me demostréis que estáis vivos.
Ésa es la parte que hace que odie los días en los que estoy solo. Que no puedo estar con vosotros.
Quiero seguir con vosotros. Quiero veros siempre que sea posible. Quiero compartir mi tiempo y mi vida con vosotros.
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