But today is not my day.
Miércoles, jueves. Días difíciles de seguir, difíciles de aceptar.
Continúan los agobios. Pero eso es lo de menos.
Se acumulan más. Todo exige más: la carrera, mi madre, mis hermanos, los musicales. Y no hay tiempo para nada.
Si sólo fuese tiempo, iría bien. Pero también se acaban mis ganas, se acaban mis fuerzas.
Hoy se me ha apagado la sonrisa. Hoy he notado como la gente me miraba más que de costumbre. Comentarios como “no pareces tú” o “estás raro” han estado a la orden del día. Pocos han sabido leer que, debajo de esa máscara, se escondían las últimas hojas rojizas que intentaban aguantar unidas al árbol. El hastío ha podido con ellas. Han caído.
Hoy me he cansado de luchar. He pensado que no merece la pena intentar arrancar una sonrisa a los demás. Me he dejado llevar por mi apatía y me he metido en una estructura de agobio-acción sin dejar lugar a los demás.
He recibido abrazos de Paula, Alba, Silvia, Ana,… pero ni eso me ha hecho volver a la normalidad.
He de reconocer que han tenido grandes detalles conmigo. Paula me ha buscado más de una vez sólo para decirme que quería darme un beso y un abrazo y luego irse. Alba ha estado tan ocupada como yo pero, entre clases, trabajos y experimentos, buscaba un momento para preguntarme cómo estaba. Silvia ha venido antes de Psicología del Desarrollo para coger un lápiz de mi estuche, un trozo de papel y escribirme que “todo va bien”; me ha dicho: “tu bolsillo” y me ha metido el papel.
Pero lo he perdido.
No sé si es una señal. Una coincidencia estúpida. Un aviso.
Pero hoy siento que esa frase no es cierta. Que nada va bien. O, por lo menos, nada va como debería. O como querría que fuese.
Espero que “todo va(ya) bien”.
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