"Eres una mujer estupenda, Claudia". Eso me lo dijo Dani esta mañana. Y yo lo repito muchas veces, en voz baja para oírlo una y otra vez. Eres una mujer estupenda. Eresunamujerestupenda. Eres. Una mujer. Es. Tu. Pen. Da. "Pero robas el aire. Cuando estoy contigo, siento cómo las habitaciones se vacían". Eso también me lo ha dicho Dani, justo después de lo de estupenda. "Yo en mi vida he robado nada, quitando una bolsa de chucherías del chino que había enfrente de mi casa cuando era pequeño, pero a ti no te conocía". Y ha seguido: "No es lo que quitas, Clau, es lo que das. Tú entregas mucho más de lo que nadie puede recibir, y así es como asfixias a la gente. Con tu preocupación. Con tu dedicación. Con tu cercanía. Todo buena intención... pero agobias, cansas, agotas. Exiges una respuesta que no todos podemos dar. Pregúntaselo a tus amigas. Pregúntaselo a tu madre."
Soy una mujer estupenda. Soy una mujer estupenda. Es. Tu. Pen. Da. No sé. Puede que Dani tenga razón. Tengo la pequeña manía de hacer cosas por los demás y esperar que, al menos, me lo agradezcan.
A partir de este momento, seguiré el consejo de Dani.
Y ese día fue el que Claudía decidió dejar de preocuparse por los demás... para no agobiarles.
Ellos sabrían lo que se perdían... o no.
muy bueno
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