13 mayo 2010

OLD COLD TALE

Hoy intenté recordar un viejo cuento.
Una historia que comienza en la orilla del mar de un mundo dormido. Habla del frío, de los saludos.
Un viento que se aproxima en la noche. La gente se arropa con sus sábanas aun sabiendo que no les servirá de nada. Únicamente su aliento sería capaz de destaparles. Habitaciones azules que acompañan a algo etéreo, incorpóreo, que se hace cada vez más grande.
Y yo, cada vez, más insignificante. Una mancha en medio de la nada. Aire. Un cuerpo petrificado que no hace caso de pensamientos o sensaciones. Un cuerpo sin caricias, lleno de heridas. Despojo. Labios cortados por el frío, incapaces de sonreír. Un cuerpo que todavía se acuerda de lo que es un saludo. Sacar la mano del vacío bolsillo y agitarla en medio de la nieve.
Y tantas personas que no ven esta mano, también sangrante. Tanta gente que pasa pétrea ante una mano batiente. Ojos de hielo.
Un saludo que aun hoy descansa mudo.
Sólo el sol combatirá el frío mundo.
Un mundo inmundo.
Pero todavía no ha llegado el día. Llegará cuando la nieve se asuste, cuando las heridas curen. Y el sol dibujará la silueta que traerá un vacío de sombras. Quedarán algunos lugares fríos: las esquinas de los callejones, los parques sin niños, las manos de los reyes y los corazones de los hombres.
Regresarán las flores y mi calma dejará de estar sola. El frío, la quietud, el silencio, la soledad. Se irán.
Pero sólo un cuerpo quebrantado se acordará de cómo saludar al sol que viene. De cómo despedir a lo que se va. De cómo dar la bienvenida al calor del amor en un mundo inmundo.
El frío se irá cuando llegue el amor, cuando el sol llegue con toda su fuerza a su cenit.
Pero, primero, tiene que amanecer.
Por eso, este cuento tiene una hoja en blanco.
Ésa que habla de ti, ésa que me hace llorar tanto.
¿Llegará? ¿Llegará a tiempo?
Sigo a la espera del sol. Un sol que cicatrice las heridas de una mano que saluda muda en un mundo inmundo.

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