23 marzo 2011

COLOREAR POR DENTRO

Personas de colores dejan su estela al pasar.
Un aroma, un reflejo, su silueta al alejarse.
Azul, verde, rojo, plateado, ámbar, violeta, granate, gris, gris, gris, gris...
Ver todo gris. Un filtro en la mirada vuelve todo monocromático.
Quedarme solo en casa y el cristal gris aparece de nuevo.
La gente me rodea, la gente es de colores, la gente me colorea.
Hay quien, simplemente, pasa a mi lado y su fragancia me acompaña durante unos instantes.
Otros dan alguna que otra pincelada de vez en cuando. Poco a poco, colorean mi mundo de una gran variedad de colores. Gente azul, gente naranja, gente verde, gente ocre, gente gris, gente gris, gente gris...
Mi filtro se aparta durante un tiempo; el tiempo que estoy acompañado. Después vuelve. La soledad viene con un velo gris, nada merece la pena entonces.
Me obligo a pensar que mi sitio está con los demás, que los demás me dan la felicidad... pero no siempre se puede estar con los demás.
Hay que vivir con la soledad, ella no te abandona; incluso acompañado se queda en un segundo plano, en un plano gris, plano gris...
Hay muchas personas, muchos aromas, muchos colores. ¿Tantos?
Colorean sólo en la superficie. Dentro continúo gris.
¿Habrá quien se pare a colorear por dentro?¿Soy un egoísta?
Muchos me rodean, muchos están conmigo día a día. Pero hay veces en las que, aunque haya muchos, no quieres molestarles. Sólo necesitarías ese color que llega a tu centro y se esfuerza en perfilarte cada día.
Puede que haya ciertas personas a las que permitiría que me coloreasen por dentro... pero son imposibles, o lejanas, o no contestan. O tal vez ya se fueron, o tal vez duden.
Naranja, azul, violeta, verde y rojo. Cinco colores. Ninguno posible.
Colores demasiado vivos, demasiado enérgicos. Colores al fin y al cabo. Colores que dan felicidad y alegría allá donde estén presentes.
¿Quién quiere el gris en su habitación?

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