Sé que la contradicción está en tu cabeza y que, realmente, no estás segura de si quieres leer lo que viene ahora.
Recordar suele resultar doloroso.
Momentos compartidos que se agolpan en tu memoria. Una imagen borrosa de su rostro. Un lugar especial para vosotros. Un regalo guardado que hoy parece más importante que otros días.
La negra noche y la luna llena acompañan a la soledad. Y la soledad va inevitablemente unida a la tristeza. A las lágrimas saladas que se deslizan por tus mejillas. A las canciones melancólicas. A la luz blanca que desprende la pantalla del ordenador. A la búsqueda de alguna palabra de aliento enviada por un amigo, quizá lejano, quizá cercano. Pero no es la de quien buscas.
Sé que te gustaría que no fuese yo quien escribiese. Sé que preferirías que la razón de este texto no existiera. Sé que elegirías borrar este día del calendario. Sé que, en realidad, no sé nada del asunto. Sé que hoy preferirías sonreir y olvidar todo lo que pasó hace unos años. Pero no puede ser así.
El dolor es sano.
Llorar es sano.
Recordar es sano.
Es bonito pensar que hay quien llorará por ti cuando te hayas ido. Es triste pensar que hay quien llora eternamente sin poder seguir adelante.
Pero quiero que sepas que tus lágrimas tienen razón para existir. Que las canciones melancólicas ayudan a difuminar la tristeza. Que la luz del ordenador ilumina tu pequeño rincón esta noche. Que tienes un amigo que te envía palabras de aliento para que sonrías.
Quizá no sea el día más adecuado para sonreir.
Pero, al fin y al cabo, hoy también puedes intentar ser feliz.
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