¿Por qué un fin de semana tan perfecto tiene que acabar de una forma tan asquerosa?
El viernes me sorprendieron con una taquilla llena de globos, con un foto muy emotiva para mí rodeada por un marco inmejorable, un cuaderno lleno de palabras que (seguro) leeré más de una vez, con un mensaje de agradecimiento, con una noche junto a personas que me hacen sentir bien,...
Llega el sábado y celebramos el cumpleaños de mi hermano, tengo una reunión que necesitaba desde hace un mes, cinco minutos con mi clon para hablar pero suficientes para mantener el contacto, una tarde de tetería con Aitor, Vane, Cris y Paola, personitas con las que no comparto tanto tiempo como quisiera pero que siguen ahí a pie de cañón y que tienen detallazos con forma de chuches, una corta noche por el que sigo considerando mi barrio con una sonrisa de una persona chiquitina de gran corazón y con conversaciones que sorprenden en días como los que llevo.
Y un domingo con una abuela incomparable, una tía que actúa en la sombra, un momento de reflexión que necesitaba, una comida divertida con palmadas y juegos de psicólogos... y un final apocalíptico. Cuatro personas dejando el grupo de teatro, dos amigas mías llorando por tener que hacerlo, un grupo roto y descompuesto que intentamos remendar con los añicos de lo que antes había en lo que era un grupo unido. Y una noticia al llegar a casa que hace que los que tengamos que abandonar este grupo de teatro seamos cinco. Y me duele en el alma. Y escribo este texto entre lágrimas por tener que abandonar a lo que realmente es mi grupo de teatro.
Me gustaría que otras fuesen las circunstancias pero no es así.
Seguro que Teatrosa tiene aún muchos éxitos que representar, aunque tenga que ser sin mí.
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