La gente ya no sabe estar en casa sin una pantalla delante de sus narices.
Los chavales no salen de casa si no es para ir al parque a emborracharse.
Hasta niños de 12 años empiezan a tener blackberrys y smartphones.
No digo que las innovaciones tecnológicas sean malas, sólo digo que hay que saber cómo usarlas.
Por eso, creo que esta educación no formal debería tener cada vez un espacio mayor en nuestra sociedad, que nuestros municipios potenciasen actividades atractivas para que un grupo de amigos prefiera hacer eso que tirarse en cualquier lado.
Debemos luchar por una educación de calidad, pero no sólo en el territorio de la educación formal, sino también en esta educación no formal.
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