No puedo escapar de los espejos.
El tiempo no me permite salir de este círculo, continúo atravesando espejos. Continúo viendo mi imagen reflejada, siendo incapaz de ver más allá.
Recuerdo cuando no era así. Cuando pensaba exclusivamente en aquellos que me rodeaban. Cuando no tenía tiempo para mí porque estaba demasiado ocupado arreglando la vida de los demás. Cuando mi mundo era, en realidad, lo que querían que fuera.
Y ahora me he encerrado. Me he vuelto un anacoreta sin sentido y sin destino.
Sí. He aprendido a pensar en mí. He aprendido que debo tener un espacio en el que pueda ser yo sin barreras, sin miedos, sin dudas. Y lo he conseguido.
Y, gracias a eso, he perdido mi entrega, mi "búsqueda de sonrisas".
Las ganas, la fuerza, mis ansias de cambiar el mundo, mi deseo de ver la felicidad a través de los ojos de los demás.
De acuerdo, necesitaba pensar algo más en mí, dedicarme algo de tiempo y dejarme un espacio.
Pero ahora no sé cómo encontrar ese equilibrio. He perdido lo que era.
Y ha sido esta última semana la que me ha abierto los ojos.
Estos últimos días he llegado al límite.
Ahora sólo siento tristeza, agobio, apatía,... Pero sin razón alguna.
Me cuesta ver la luz al final del camino. Necesito personas-linterna que me hagan ver que merece la pena seguir caminando, que me digan que soy capaz de llegar.
Y, en el fondo, sé que llegaré... Pero necesito un descanso. Necesito una pausa en el camino para reponer fuerzas y planear cómo quiero que sea el resto de mi andanza. Necesito descansar, respirar,... Necesito buscar un sentido y un destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario